Esculpir el tiempo_Andrei Tarkovski.

 Stalker. 1979

Unos fragmentos de este libro que habla más que de cine, de arte.
El título tiene que ver con el asunto que nos ocupa, y en arte la cuestión del tiempo es inevitable.
La obra de arte, el cine, para Tarkovski, es como el trabajo del escultor a la búsqueda de la forma que se manifiesta según avanza la obra y se deja a un lado todo lo innecesario. Ramón Gaya, otro artista escritor, diría algo así como que el arte no es llenar...es vaciar. Aprovecho también para recordar que la forma es algo más que simple forma, es materialización del pensamiento, algo orgánico, vivo. Y así se manifiesta ante el artista-creador, que reconoce en esta vitalidad el que la obra ha llegado a buen puerto; y ante el espectador, que encuentra como la obra le acompaña en su proceso vital.

En este mundo con tanta palabrería sobre obras de arte llena de cachivaches, quincalla y morralla ideológica o pseudosituacionista las palabras de este artista ruso son como aie fresco. Reconozco que es raro encontrar un arte que de verdad me interese: toda una masa de escoria fría, gris y opaca cubre a la vista el brillo del metal fundido. Pero tengo la rara fortuna de tener siempre a la vista, deslumbrantes, a estos buenos amigos.

Va por vosotros.
 

 Solaris.1972

Esculpir el tiempo_Andrei Tarkovski. (1986)
(una selección...la letra negrita es cosa mía)
CASA del LIBRO


La creación artística no es un mero modo de formular una afirmación que existe objetivamente; más bien no existe a menos de ser una visión personal y única del mundo. La obra de arte implica una unidad estética y filosófica integral, como un organismo vivo que se desarrolla según sus propios principios internos”.

No hay nada más carente de sentido que relacionar términos como "búsqueda" o "experimento" con una obra de arte. Tras ellos se esconden falta de fuerzas, vacío interior, falta de conciencia realmente creativa y miserable vanidad.

Un artista está obligado a mantener la tranquilidad. No tiene derecho a expresar de modo abierto su participación interior en lo que está filmando, a poner sobre la mesa de forma inequívoca sus propios y personales intereses. La participación interior es algo que hay que transformar en formas olímpicamente serenas. Sólo así, un artista puede narrar algo sobre las cosas que le conmueven.(...) No entiendo cómo un artista puede hablar de absoluta libertad creativa. En mi opinión, se da todo lo contrario: quien se adentra por el camino de un quehacer creativo cae en los lazos de interminables ataduras que le sujetan a sus propias tareas, a su destino como artista.
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Cada artista está determinado por leyes absolutamente propias, carentes de valor para otro artista. En cualquier caso, para mí no hay duda de que el objetivo de cualquier arte que no quiera ser "consumido" como una mercancía consiste en explicar por sí mismo y a su entorno el sentido de la vida y de la existencia humana. Es decir: explicarle al hombre cuál es el motivo y el objetivo de su existencia en nuestro planeta. O quizá no explicárselo, sino tan sólo enfrentarlo a este interrogante.
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La infancia de Ivan. 1962

El arte y la ciencia son, pues, formas de apropiarse del mundo, formas deconocimiento del hombre en camino hacia la "verdad absoluta". Pero ahí se terminan los puntos que tienen en común esas dos expresiones del espíritu humano creador, insistiendo en que ese espíritu creador tiene que ver no sólo con descubrir, sino efectivamente con crear. Aquí, en este momento, lo que interesa es la diferencia radical entre la forma científica y la forma estética de conocer. En el arte, el hombre se apropia de la realidad por su vivencia subjetiva. En la ciencia, el conocer humano sigue los peldaños de una escalera sin fin, en la que siempre hay conocimientos nuevos sobre el mundo que sustituyen a los antiguos. Es, pues, un camino gradual con ideas que se van sustituyendo unasa otras en secuencia lógica por los conocimientos objetivos más detallados. Por el contrario, el conocimiento y el descubrimiento artísticos surgen cada vez como una imagen nueva y única del mundo, como un jeroglífico de la verdad absoluta. Se presentan como una revelación, como un deseo del artista,un deseo apasionado que refulge repentinamente, un deseo de acogida intuitiva de todas las leyes del mundo, de su belleza y su fealdad, de su humanidad y su crueldad, de su ser ilimitado y de sus límites. Todo esto, el artista lo reproduce en la creación de una imagen que de forma independiente recoge lo absoluto. Con ayuda de esta imagen se fija la vivencia de lo interminable y se expresa por medio de la limitación: lo espiritual, por lo material; lo infinito, por lo finito. Se podría decir que el arte es símbolo de este mundo, unido a esa verdad absoluta, espiritual, escondida para nosotros por la práctica positivista y pragmática....
El arte surge y se desarrolla allí donde hay ese ansia eterna, incansable, de lo espiritual, de un ideal que hace que las personas se congreguen en torno al arte. El arte moderno ha entrado por un camino errado, porque a nombre de la mera autoafirmación ha abjurado de la búsqueda del sentido de la vida. Así, la llamada tarea creadora se convierte en una rara actividad de excéntricos, que buscan tan solo la justificación del valor singular de su egocéntrica actividad. Pero en el arte no se confirma lo individualidad, sino que éste sirve a otra idea, a una idea más general y más elevada. El artista es un vasallo que tiene que pagar los diezmos por el don que le ha sido concedido casi como un milagro. Pero el hombre moderno no quiere sacrificarse, a pesar de que la verdadera individualidad sólo se alcanza por medio del sacrificio. Nos estamos olvidando de ello y así perdemos también la sensibilidad para nuestra determinación como hombres. 
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Si hablamos de inclinarse hacia la belleza, de que la meta del arte, surgido por el ansia de lo ideal, es precisamente ese ideal, no quiero decir con ello que el arte debe evitar el "polvo" de lo terreno... Todo lo contrario: la imagen artística es siempre un símbolo, que sustituye una cosa por otra, lo mayor por lo menor. Para poder informarse de lo vivo, el artista presenta lo muerto, para poder hablar de lo infinito, el artista presenta lo finito. Un sustitutivo. Lo infinito no es materializable, tan sólo se puede crear una ilusión, una imagen. Lo terrible está encerrado en lo bello, lo mismo que lo bello en lo terrible. La vida está involucrada en esa contradicción, grandiosa hasta llegar al absurdo, una contradicción que en el arte aparece como unidad armoniosa y dramática a la vez. La imagen posibilita percibir esa unidad, en la que todo se halla contiguo al resto, todo fluye y penetra en lo demás. Se puede hablar de la idea de una imagen, expresar su esencia con palabras. Es posible verbalizar,formular un pensamiento, pero esta descripción nunca le hará justicia. 
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Una imagen se puede crear y sentir, aceptar o rechazar, pero no se puede comprender en un sentido racional. La idea de lo infinito no se puede expresar con palabras, ni siquiera se puede describir. Pero el arte proporciona esa posibilidad, hace que lo infinito sea perceptible. A lo absoluto sólo se accede por la fe y por la actividad creadora. 
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Las condiciones imprescindibles para la lucha del artista hasta llegar a su propio arte son la fe en sí mismo, la disposición de servir y la falta de compromisos externos. La creación artística exige del artista una verdadera "entrega de sí mismo",en el sentido más trágico de la palabra. Si el arte trabaja con los jeroglíficos de la verdad absoluta, cada uno de éstos es una imagen del mundo, incluido de una vez para siempre en la obra de arte. Y si el conocimiento científico y frío de la realidad es como un ir avanzando por los peldaños de una escalera sin fin, el conocer artístico recuerda un sistema infinito de esferas interiormente perfectas, cerradas en sí mismas. Las esferas pueden complementarse o contradecirse mutuamente, pero en ningún caso puede una sustituir a otra. Todo lo contrario: se enriquecen mutuamente y forman en su totalidad una esfera especial, más general, que crece hasta el infinito. Estas revelaciones poéticas, de validez eterna, con fundamento en sí mismas, dan testimonio de que el hombre es capaz de conocer y de expresar de quién es imagen.

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